Mi hijo tiene 5 años. Hace un tiempo que divide tajantemente los “juguetes de nena” de los “juguetes de nene” y adjudica el rosa y el azul según el código binario del género. Es llamativo porque nosotres, sus xadres, no fomentamos esta clasificación, ni tampoco el jardín dónde concurre. Sin embargo, tiene efecto sobre él. Cuando jugamos a la familia, él hace de papá y le gusta cuidar a sus hijes, les lleva a la escuela, hace la comida, etc. Entonces me pregunté, cómo se construyen los estereotipos en la cabeza de les chiques y qué estamos haciendo para deconstruirlos.
Al preguntarle por qué los bebés son juguetes de nena, me contestó “si ves la tele, te vas a dar cuenta”. Y es verdad, no hay publicidades de niños cuidando bebés, tampoco barriendo o planchando la ropa, en cambio se ve a muchas niñas haciendo estas actividades. Lo mismo sucede cuando lo acompaño a la juguetería, generalmente nos preguntan si buscamos juguetes de nena o de varón, los cuales están sectorizados. En la sección de nenas predomina el color rosa igual que en las publicidades, y se pueden encontrar todo tipo de disfraces para vestirse de princesa y juguetes para limpiar, pintarse, hacer collares, etc; en el sector de nenes se ven autos, trajes de superhéroes, juegos de acción, soldados, armas, etc.
El juego para les niñes es un modo de conocer el mundo y de apre(he)nder la forma de relacionarse con otres. A través del juego, les niñes incorporan los roles de género, normas de comportamiento, formas de vincularse y de comprender y entender sus emociones que se irán desarrollando y complejizando al crecer.
Es importante señalar que nuestra organización social patriarcal y binaria se ve reflejada también en la oferta de juegos y juguetes sexistas que reproducen estereotipos de género, entendiendo por esto patrones de conducta que se consideran apropiados y esperables para cada género.
Para las nenas, se proponen juguetes que resaltan la belleza, la dulzura, la tranquilidad, el cuidado, las tareas domésticas; para los nenes, la competencia, el deporte, la violencia, la construcción, etc. Esta distribución otorga a su vez, jerarquías y lugares diferentes: para las mujeres el interior del hogar y una posición de subordinación y dependencia, mientras que para los varones implica la salida del hogar, la figura de proveedor e independencia. De esta forma, se le da lugar a la violencia simbólica que afecta indirectamente a les niñes y perpetúa la desigualdad de género. Este binarismo genérico, además, excluye y violenta a aquelles que no se identifican con lo que se espera de elles según el sexo/género asignado al nacer.
Actualmente, ciertos espacios proponen un proceso de deconstrucción de estereotipos de género, pero esto requiere una transformación personal, social y estatal. Como sociedad debemos ofrecer a les niñes juguetes libres de género, aquellos que se clasifican por su temática: juegos de construcción, de acción, de ciencia, de tareas de cuidado; y habilitar espacios de reflexión sobre aquellas prácticas y mensajes impuestos por el patriarcado, que exijan la creación e implementación de políticas públicas.
En cuanto al mercado es necesario, además, un cambio en la oferta de juegos y juguetes, sin sectorizar por género ni color en las jugueterías y en las publicidades. Si bien hay pequeñas marcas y jugueterías con propuestas innovadoras, siguen siendo las grandes cadenas las que reproducen estos estereotipos y quienes tienen mayor capacidad para hacerse notar, a través de la publicidad y del espacio en las góndolas. Por eso, a pesar de los esfuerzos individuales que podamos hacer como xadres, inculcando el uso de juguetes libres de género o eligiendo una educación que esté en consonancia con esto, tenemos todavía un gran desafío por delante si queremos construir infancias libres.